La ansiedad es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones amenazantes, pero cuando se vuelve excesiva o constante puede afectar a la salud mental y física. En este capítulos se discuten las causas principales de la ansiedad, sus síntomas comunes y se proponen técnicas para gestionarla mediante la terapia psicólogica cognitivo-condutual basadas en la exposición gradual, técnicas de relajación y mindfulness, así como la racionalización de pensamientos distorsionados.
Capítulo 1. ¿Qué es la Ansiedad? y ¿Por qué es importante que hablemos sobre Ansiedad?
Bienvenidos al blog de Laura Amorós Piscología. Un blog sobre divulgación en psicología y neurociencias. Vamos a dedicar este primer capítulo a hablar sobre la ansiedad, ya que considero que se trata de un tema que requiere ser mas abordado, porque los trastornos de ansiedad son el problema de salud mental más común en nuestra sociedad. Y como es bien conocido desde la pandemia la incidencia ha ido en aumento. De hecho, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE, un organismo dependiente de las Naciones Unidas), ya reportó en 2019 que España encabezaba el consumo de benzodiacepinas y desde el 2020 en adelante, el consumo de estos psicofármacos ha ido en aumento. Y así ha seguido incrementando hasta los datos disponibles actualmente. En 2021, la JIFE reportó que España era el país del mundo que más benzodiacepinas consume. Las benzodiacepinas son el medicamento o psicofármaco mas recetado para este tipo trastornos, por su perfil ansiolítico, hipnótico y sedante. En ese informe se estimó que el 11% de la población española consumía al menos una dosis diaria de estos psicofármacos y es mas, se trata de un medicamento que genera tolerancia con el tiempo.
Pues bien, con estos datos queda sobradamente justificada la importancia de generar mas espacios de prevención y tratamiento psicológico de la ansiedad y para ello, es fundamental hablar sobre ansiedad, con el fin de obtener estrategias para efectuar una gestión mas adaptativa de los síntomas. Y puede parecer redundante decir que para prevenir la ansiedad hacen falta espacios que aborden el tema de la ansiedad pero suele pasar que las personas que experimentan síntomas de ansiedad de manera recurrente en su vida, también suelen evitar aquello que tiene que ver con ansiedad, incluido el hecho de hablar sobre ansiedad. Y aquí un spoiler, para tratar la ansiedad hay que exponernos a esas situaciones que intentamos evitar, incluidas las situaciones en las que abordamos esta temática. Como veremos, la exposición es la estrategia principal en la mejora de la ansiedad, eso sí de una manera gradual en la que la persona se pueda ir habituando y no de manera abrupta porque nos veríamos sobrepasados e incapaces de hacerle frente.
Pero vayamos a la primera cuestión ¿Qué es la ansiedad? Para empezar, cuando hablamos sobre ansiedad, tenemos que tener en cuenta que desde un punto de vista clínico, se trata de una respuesta ante situaciones que se interpretan como amenazantes. Esta respuesta se puede dar tanto a nivel consciente por ejemplo, mediante pensamientos anticipatorios sobre estas situaciones percibidas en forma de amenaza, como a nivel inconsciente con una respuesta puramente somática o física en la que el cuerpo se pone en alerta sin saber porqué. La respuesta de ansiedad promueve 3 tipos de cambios: a nivel fisiológico (cambios en el cuerpo), en la conducta (cómo actuamos) y en la experiencia subjetiva de la persona (pensamientos y emociones).
Además, ante la persistencia de la respuesta de ansiedad, en ocasiones podemos hablar de trastornos de ansiedad cuando se cumplen unos criterios diagnósticos. Existe una clasificación de los diferentes trastornos de ansiedad. No obstante, muchas personas sufren síntomas de ansiedad sin cumplir criterios diagnósticos de dichos trastornos y éstos también interfieren en la calidad de vida de estas personas. La manifestación de los síntomas de ansiedad puede ser muy diferente de una persona a otra. Unos son mas de sentir una especie de taquicardia, presión en el pecho o falta de aire o sensación de oclusión en la garganta; otros se marean; hay personas que experimentan un temblor en las extremidades; algunos sienten una punzada en la boca del estómago, entre los síntomas mas comunes. Para otras personas, se manifiesta con pensamientos obsesivos que les producen un profundo malestar y les puede llegar a impedir pensar o mantener una actividad con normalidad. Muchas personas también experimentan períodos de insomnio, ya sea porque tienen dificultades para conciliar el sueño o bien para mantenerlo durante la noche. También se pueden experimentar cambios en el apetito, ya sea porque aumenta la sensación de hambre o al contrario, no se experimenta apetito. Por esta razón muchas veces observamos cambios de peso durante la presencia de un trastorno de ansiedad.
Pero antes de meternos mas allá con la ansiedad, primero, necesitamos entender qué es el estrés y la respuesta de miedo. Porque tener ansiedad en el sentido clínico, implica haber instaurado o aprendido una respuesta de miedo hacia una o varias situaciones que en realidad no son un riesgo para nuestra supervivencia pero que respondemos como si la vida nos fuera en éstas y en consecuencia, no nos dejan actuar de un modo eficiente, ya que la supervivencia no está en juego. Pero vayamos por partes.
El miedo es una emoción primaria que nos permite activar una respuesta adaptativa ante estímulos o situaciones que puedan poner en riesgo nuestra supervivencia. Esta respuesta es la preparación del cuerpo para luchar o huir ante situaciones potencialmente peligrosas. Por ejemplo, si paseamos por el bosque y nos parece ver una serpiente por el rabillo del ojo, nos alarmaremos y probablemente pegaremos un salto para apartarnos. Luego, podría suceder que en realidad ese estímulo que hemos visto no sea una serpiente, sino un objeto inanimado como un trozo de cuerda de algún excursionista. Pues aquí nuestro cerebro, sin ser nosotros aun conscientes porque el estímulo no ha llegado a la zona de procesamiento cerebral consiente (la corteza cerebral) ya nos ha hecho dar una respuesta al potencial peligro apartándonos de un salto, mediante la activación del sistema nervioso autónomo simpático que activa la respuesta de alerta, de lucho o huida, a través de una región cerebral llamada amígdala. De modo que primero nos apartamos y luego percibimos que no era un estímulo peligroso y que no hacía falta ponernos a salvo. Si hubiese habido realmente una serpiente hubiese sido muy útil dar ese salto. Este miedo actúa en la respuesta a un estímulo amenazante y se trata de una respuesta de estrés, necesaria y adaptativa para la supervivencia.
Lo que pasa es que a veces, este estímulo potencialmente peligroso ya no es un escenario que forma parte de la realidad presente sino que se trata de una situación imaginada y que además en ocasiones representa una muy baja probabilidad entre los posibles escenarios que se pueden dar. Por ejemplo, pensar que tenemos una enfermedad grave cuando aparece una sensación corporal nueva en el cuerpo y alarmamos hasta el punto que incluso busquemos por internet qué puede ser y entonces empecemos a pensar que podemos tener X enfermedad que hemos leído. Esto ya empieza a alejarse de la respuesta adaptativa de estrés, a no ser que sea una situación que se dé puntualmente en uno porque realmente nos alarmamos por algo realmente extraño y vayamos al médico. Por el contrario, si nos pasa de forma recurrente al mínimo cambio en las sensaciones corporales, se puede considerar una respuesta de tipo ansioso ante una amenaza imaginada. ¿Y por qué hemos instaurado esta respuesta de miedo tipo ansiosa? Muchas veces, es debido a experiencias que hemos aprendido de otras personas durante la crianza o experiencias aversivas que hemos vivido, como pasar por una enfermedad grave que nos ha dejado sensibilizados con el tema salud, o por otras razones. También existen casos que han adoptado el hábito de pensar de un modo anticipatorio y catastrófico ante las situaciones potencialmente estresantes de la vida. Podemos haber aprendido un tipo de respuesta de enfrentamiento ante el estrés poco eficiente y que puede incluso bloquearnos a la hora de enfrentarnos a un estresor como un examen. Un examen es una situación que aumenta el cortisol (la hormona que media la respuesta de estrés por excelencia) en todos los estudiantes y además está demostrado que un aumento moderado del cortisol proporcionan estados mentales que permiten potenciar las funciones cognitivas. Pero para algunas personas se genera una respuesta excesiva de estrés, con niveles de cortisol muy elevados y que proporcionan una respuesta contraproducente para reaccionar a tales situaciones estresantes como un examen, y aquí es donde empezamos a hablar de ansiedad.
Existen técnicas de relajación y mindfulness para centrar la atención en estímulos presentes que representan la realidad y así poder dejar de retroalimentar la respuesta de ansiedad. Además, racionalizar ciertos pensamientos distorsionados como las anticipaciones catastróficas u otros nos puede ayudar a tener una percepción mas realista y contribuir a la atenuación de dichos síntomas. Si sufres de ansiedad de forma recurrente y crees que te faltan herramientas para autorregular una respuesta de estrés excesiva, no dudes en empezar psicoterapia porqué te puede proporcionar estrategias para gestionar los síntomas de ansiedad y por lo tanto, a disminuir el malestar asociado a éstos.
Espero que os haya resultado interesante o útil este primer capítulo. Seguiremos desarrollando contenido próximamente.
Barcelona, 23 de agosto de 2024
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Comentarios
Molt bon article Laura! 👌🏻